por Charo Borges Velázquez
Inicio esta crónica de hoy,
reconociendo mi gran debilidad por una manifestación artística, controvertida,
rechazada y perseguida. Estas muestras de "arte de la calle" las
descubrí después de haber hecho la carrera de Bellas Artes y desde el primer
momento captaron toda mi atención. Mi primer contacto con ellas fue a través de
la preparación de los temas dedicados a la Historia del Arte contemporáneo, que
formaban parte del cuestionario de oposiciones a las plazas de profesores de
Dibujo. Fue todo un hallazgo y mi fascinación por ellas no tiene fin. Cuando
visito cualquier ciudad, dentro y fuera de nuestro país, mi mirada busca
graffitis dónde quiera que vaya. Por eso, en esta capital sigo buscando y
descubriendo los de siempre y los recientes.
El origen del graffiti lo
sitúa la Historia en las antiquísimas incisiones, esgrafiados y pintadas que,
con sus nombres, hacían los romanos en muros, columnas y paredes. Los
investigadores han ido descubriendo inscripciones en latín vulgar, con
consignas políticas, declaraciones de amor, insultos y hasta caricaturas y
dibujos diversos, sobre todo, en lugares protegidos de la erosión, como cuevas
santuarios o catacumbas. Los muros de cárceles y mazmorras también fueron objeto
de estas manifestaciones gráficas.
Es en los 80, cuando España surge con potencia y personalidad propia, dentro de Europa. La "movida" madrileña se deja sentir con firmas acompañadas de unas puntas de flecha, realizadas primero con rotuladores y después, con spray. Incluso, hay quien se atreve a decir que ese distintivo nació por estas tierras isleñas, aunque siempre estará la duda de si fueron "flecheros" madrileños los que las trajeron aquí o "flecheros" canarios los que las exportaron a la capital del reino. El hecho objetivo es que por esta ciudad abunda este grafismo genuinamente español.
Hecha esta brevísima reseña sobre una manifestación gráfica tan cambiante, prolífica, vital y diversa, quiero centrar mi entrada de hoy en graffitis que van desde lo más básico de la expresión escrita - que son las firmas o tags -, hasta lo más elaborado. Éstos últimos son los que representan objetos figurativos y más reconocibles, y responden a composiciones de gran calidad artística y técnica, incluyendo a aquellos más eclécticos que combinan la firma y los objetos, en un mismo espacio. Pero no es mi intención llevarles por itinerarios graffiteros bendecidos por la oficialidad y que, según los puristas y entendidos del tema, atentan contra el origen mismo de esta "escritura" rebelde y transgresora. Mi deseo es invitarles a descubrir rincones y zonas que quedan fuera de lo que se ha dado en llamar "El Wall of Fame Tour, de Santa Cruz" o, lo que es lo mismo y en versión bastante libre, " El recorrido por las paredes de la fama". Comienza en el cuadrilátero de la Plaza de Europa, junto al edificio de Hacienda. Continúa por las canchas de la barriada de Tío Pino, Camino del Hierro y junto al túnel de Somosierra. Se prolonga por los muros del Parque Viera y Clavijo, que están en la calle San Sebastián, frente al estadio Heliodoro Rodríguez López y acaba en las canchas de la Casa Pisaca, en el corazón del barrio de El Toscal.
Los que he localizado como ejemplos de lo que existe fuera de ese "protegido" circuito, podemos contemplarlos en los alrededores de la Cruz del Señor, en calles altas de Villa Ascensión, en las interiores de Vistabella, en el tramo alto de la Avenida Islas Canarias, en el barrio de Salud Bajo en la frontera de éste con Salud Alto o en las paredes más escondidas del Parque Bulevar. Detrás de todos ellos, hay auténticos creadores, llenos de imaginación, de dominio del dibujo, de las proporciones y del espacio.
Con un control perfecto del uso del spray, y con mucho oficio. Además, contribuyen a dar vida e interés visual a muros anodinos, que si no fueran cubiertos por este "arte de la calle", pasarían a formar parte de una visión más pobre y descuidada de la ciudad. Otra consideración me merece lo que se ha dado en llamar "pintada" y que viene a ser aquel graffiti desconsiderado e incívico. Falto, en la inmensa mayoría de los casos, de una mínima calidad, y que lo único que consigue es afear y deteriorar nuestro mobiliario urbano, nuestras fachadas y monumentos y, en general, todo lo que forma parte de la respuesta visual, de cualquier ciudad, a la mirada cotidiana de los que viven en ella o la visitan temporalmente.
Si tiene que haber un refuerzo fotográfico, para
cada una de las entradas de un blog con pretensiones eminentemente visuales y
estéticas, la de hoy lo exige con creces. La plantilla elegida para la
estructura del blog sólo admite un determinado número de imágenes, pero éste
podría doblarse o triplicarse con todas las que he ido almacenando a lo largo
de un cierto tiempo, aunque creo que las seleccionadas manifiestan, con
rotundidad, el porqué de mi debilidad y admiración por este despectivamente
llamado "arte callejero" y que yo prefiero llamar "arte
urbano" o "arte de la calle".
NOTA: Pueden leer más artículos de Charo Borges en su blog Paseando por mi ciudad.
NOTA: Pueden leer más artículos de Charo Borges en su blog Paseando por mi ciudad.
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