lunes, 3 de diciembre de 2012

Recordemos El Álamo


El 6 de marzo de 1836, las tropas del general mejicano Santa Anna acabaron con la resistencia de sus defensores y consiguieron entrar en el fuerte de El Álamo, en el estado norteamericano de Texas. Este hecho ha sido magnificado por la historiografía estadounidense como un episodio más de la lucha por la independencia y por la configuración actual de su país. De esta derrota surge el grito de Sam Houston "Remember the Álamo" para animar a los soldados del ejército tejano.

Hasta nosotros han llegado los nombres anglosajones de Travis, Crockett o Bowie, convertidos en mitos que a través de la cinematografía se han universalizado. Pero, ¿fue así la historia? ¿En qué nos afecta a los canarios este asunto tan lejano?

Los acontecimientos a los que nos referimos sucedieron en la actual ciudad de San Antonio, en Texas, que antes se había denominado San Antonio de Béxar y, mucho antes, San Fernando de Béxar. Allí existían en tiempos de la colonización española una serie de misiones religiosas y algunos destacamentos militares encargados de vigilar la frontera norte del virreinato de Nueva España. Allí fue donde, en 1731, arribaron algunas familias procedentes de diversas islas de Canarias, sobre todo de Lanzarote. Fueron ubicadas allí con el fin de colonizar aquellas remotas tierras para la Corona española. Gentes de apellidos tan canarios como Leal, Curbelo, Perdomo, Santos o Cabrera se asentaron en aquella parte de América, donde fundaron la ciudad de San Fernando de Béxar y crearon las primeras instituciones civiles de gobierno de la zona.

El motivo de la presencia de canarios en aquel territorio, igual que en otros de Norteamérica como Luisiana o Florida, surge de lo que se ha dado en llamar el tributo de sangre. Los comerciantes canarios estaban autorizados a comerciar con América a cambio de que por cada cien toneladas de mercancías embarcadas se enviara a cinco familias de las islas. El profesor de la Universidad de La Laguna Manuel Hernández considera que no podemos hablar, como hasta ahora se ha hecho, de imposición de la monarquía española, sino de una norma impulsada por las propias élites dirigentes canarias con el fin de poder seguir comerciando con América, única excepción del monopolio de Sevilla. Según el profesor Hernández, ningún canario fue obligado a desplazarse al nuevo mundo y los que lo hicieron fue a cambio de poder iniciar una nueva vida, pues iban a ser dotados de tierras y, cosa importante en la época, del título de hidalgo lo que les permitiría disfrutar de los privilegios de la nobleza.

Un siglo más tarde, una vez producida la independencia de México, Texas se enfrentó con las tropas del general Santa Anna porque éste quería establecer una forma de gobierno centralista, que se oponía a los deseos federalistas de los tejanos. El enfrentamiento se produjo y aunque no todos los tejanos de San Antonio descendientes de aquellos canarios eran partidarios de la enemistad con México, había muchos que sí. Algunos se verían implicados en los acontecimientos bélicos que marcaron el inicio de la independencia del estado de la estrella solitaria.

Entre éstos últimos queremos destacar una figura muy particular. Se trata de Juan Nepomuceno Seguín, descendiente de canarios por vía de su madre María Josefa Becerra. Seguín tuvo un papel relevante en el sitio de El Álamo y en la posterior batalla de San Jacinto, que significó la derrota de las fuerzas mexicanas y el comienzo de la independencia. Al mando de la Compañía de Voluntarios de Texas, formada por tejanos de origen hispano, se unió a las fuerzas de Sam Houston. Pero cuando se produjo el asalto mexicano no se encontraba en El Álamo, ya que había sido enviado a buscar refuerzos para la defensa del fuerte.

Tras la batalla de San Jacinto, retornó a San Antonio, donde ofició la ceremonia fúnebre a los caídos de la fortaleza y dirigió unas palabras en español que figuran en el mausoleo de los defensores. En la película de 2004 El Álamo. La leyenda, el papel de Seguín es interpretado por Jordi Mollá.

Después de la independencia, según afirman C. Canales y D. Campbell, "quedó muy afectado por algunas secuelas de la Revolución. El abismo de odio e incomprensión que se había abierto entre la comunidad hispana, cada vez más minoritaria, y los anglosajones, cuya población crecía por una constante y arrolladora emigración procedente de los Estados Unidos, a la que se unió la llegada masiva de europeos, se hizo cada vez más difícil de cerrar". Así, tuvo que exiliarse en México y tardó años en regresar. Murió en ese país, pero sus restos reposan en el pueblo de Texas que lleva su nombre.

No fue el único de los descendientes de aquellos primeros canarios que se vio implicado en estos hechos. Podemos recordar la figura de Ambrosio Rodríguez, segundo teniente de la compañía de Seguín y descendiente de los primitivos Curbelo, llegados en 1731. También destacamos al isleño, Antonio Cruz Arocha que salvó su vida pues fue enviado por el coronel Travis a pedir auda a Sam Houston.

Todavía hoy en día los descendientes de aquellos canarios mantienen viva la memoria de sus antepasados, llegados hace 181 años. Como pueden ver, los canarios podemos también recordar, en alguna medida, El Álamo.

Nota: Quiero mostrar mi agradecimiento a la profesora Teresa de Juan, que me proporcionó la fotografía actual de la iglesia de El Álamo en San Antonio de Texas.


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