por Melchor Padilla
Más allá del farallón rocoso de Tigaiga, una vez abandonado el Valle de la Orotava, entramos en San Juan de La Rambla. En su término municipal hay varios núcleos de población que se distribuyen en dos zonas bien delimitadas por la orografía: una parte alta donde están los barrios de San José o Los Quevedos y una zona costera donde se encuentran Las Aguas y el casco histórico que da nombre al municipio.

En la calle de la Alhóndiga, en la pared lateral de la casa parroquial, podemos distinguir un letrero de caligrafía antigua que nos sirve de recordatorio de una de las catástrofes naturales más importantes de la historia de la isla. El día 7 de noviembre de 1826 cayó sobre Tenerife una enorme tromba de agua que ocasionó un total de 243 victimas mortales. Aunque los municipios más castigados fueron La Orotava (104 muertos) y La Guancha (52), también se vio afectada la villa de San Juan de la Rambla.
El cura beneficiado de la iglesia del Realejo Alto, don Antonio Santiago Barrios cuenta que "este pueblo fue uno de los que más sufrieron en el aluvión de la noche del siete al ocho de noviembre. Antes de esta desgraciada noche era este pueblo, aunque pequeño, muy hermoso, y sus habitantes se habían esmerado en su aseo y presentaba un golpe de vista muy agradable; tenía un puente regular a la entrada de la plaza de la parroquia, por la parte del naciente de ésta; sus calles estaban muy bien empedradas, y todo él. El aspecto público estaba con el mayor aseo; mas, la noche del aluvión quedó todo arrasado como así su Ayuntamiento".
En la actualidad el casco histórico de San Juan de la Rambla sufre los problemas inherentes a la conservación de los bienes patrimoniales. Algunas de las casas muestran señales inequívocas de abandono y el sempiterno cableado aéreo de telefonía y electricidad afea rincones que serían muy hermosos. Además, sorprende encontrar en el viario local nombres pertenecientes al pasado franquista. No nos parece de recibo que aún hoy en día aparezcan calles dedicadas a José Antonio o Calvo Sotelo.

Durante el mandato de la alcaldesa Fidela Velázquez se consiguió que el CICOP (Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio) ubicara su sede física del norte de la isla en San Juan de la Rambla lo que sin duda permitirá promocionar, restaurar y cuidar su centro histórico para
convertirlo en referencia nacional de patrimonio.
Pese a todos los problemas señalados, pasear lentamente por sus calles silenciosas, saludando a los pocos vecinos que se nos cruzan y respirando un aire que parece detenido en el tiempo, convierten a este rincón en uno de los más hermosos de Tenerife.
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