jueves, 1 de agosto de 2013

Un canario en la primera vuelta al mundo en dirigible

por Melchor Padilla


El 15 de agosto de 1929 el dirigible Graf Zeppelin LZ 127, orgullo de la aeronáutica alemana, se elevaba majestuosamente sobre la localidad alemana de Friedrichshafen con el fin de iniciar la primera vuelta al mundo. Fue la mayor aeronave de su tiempo y había sido construido en 1928 por la Luftshiftbau Zeppelin con estructura rígida y volumen de 105 000 ms cúbicos, longitud de 236,6 ms y diámetro de 33,7 ms. Estaba accionado por motores Maybach VL-2 de 12 cilindros dispuestos en 5 barquillas. Podía trasportar una carga de 60 toneladas y estaba dotado de cabinas para 20 pasajeros, siendo su tripulación de 45 miembros comandada por el doctor Hugo Eckener.


A bordo embarcaron, tras pagar los 7000 dólares que costaba el billete, veinte pasajeros entre los que sólo había una mujer, la periodista inglesa Lady Grace Hay Drummond-Hay. Los demás eran seis norteamericanos, cinco alemanes, tres japoneses, un suizo, un ruso, un australiano, un francés y un español, el médico grancanario Jerónimo Megías Fernández.

Nacido en su casa de la calle López Botas del barrio de Vegueta de Las Palmas en 1880, pertenecía a una importante familia de Arucas que todavía en la actualidad es propietaria de una de las más sobresalientes industrias de alimentación de las islas: la fábrica de chocolates y pastas “La Isleña”.  A los 11 años ingresó en el Colegio de San Agustín de su ciudad natal donde compartió enseñanzas con algunos de los más destacados miembros de la vida intelectual y artística grancanaria como Rafael Mesa, Nestor de la Torre, Bernardino Valle y, sobre todo, el que sería su gran amigo, Luis Doreste Silva

Se traslada a Madrid para estudiar Medicina titulándose en 1909 en la misma promoción que destacados médicos como Marañón, Faldó, López Durán, Coca o Fernández Criado. Pasó también por el Instituto Pasteur de París donde se especializó en Bacteriología. Junto con su hermano Jacinto, también médico, comienza a trabajar en el instituto que su tío, el doctor Vicente Llorente y Matos, había fundado en la capital en 1894 y que era considerado como uno de los más notables centros innovadores de la Bacteriología en España. En este centro se llevaron a cabo importantes estudios sobre la peste y la rabia y también sobre la prevención de la difteria. Tras el fallecimiento de su tío en 1916, los hermanos Megías se hicieron cargo de la dirección del instituto Llorente, desarrollando una importantísima labor de investigación epidemiológica que les llevó a adquirir una gran consideración profesional y a ser nombrados por el rey Alfonso XIII médicos de la Casa Real. 



Pero, al margen de los aspectos ligados a su profesión de médico y biólogo, hoy traemos a estas páginas su figura por su enorme afición a los viajes, que le llevó a participar en algunas de las más conocidas experiencias viajeras de aquellos años como la vuelta al mundo del trasatlántico Franconia, y sobre todo por esta aventura que hoy nos ocupa: la primera vuelta al mundo en dirigible. El doctor Megías dejó plasmadas sus impresiones del viaje en un libro que tituló La primera vuelta al mundo en el 'Graf Zeppelin' 

En la madrugada del 15 de agosto el dirigible partió desde su base en Friedrichshafen en dirección al este para realizar su primera etapa que les llevaría hasta Tokio. Tras cruzar Alemania se dirigieron a Lituania y luego penetraron en la Rusia europea. Continuaron su camino a través de los desolados paisajes de Siberia pasando por Jakutsk. Llegaron a la capital nipona tras más de 99 horas de vuelo y tras haber recorrido más de 11000 kilómetros. A su llegada a Tokio recibieron multitud de agasajos. El 23 de agosto el Graf Zeppelin partió de Japón en dirección a Estados Unidos. En este trayecto se produjo uno de los momentos más duros de la travesía pues el dirigible se vió sacudido durante más de un cuarto de hora por un terrible tifón tropical. Tras más de sesenta horas de navegación hicieron escala en Los Angeles donde fueron agasajados en Hollywood por el mundo del cine. En una tercera etapa cruzaron Estados Unidos (4.437 kms.) en 52 horas llegando el día 29 a Lakehurst. En Nueva York fueron objeto de un recibimiento apoteósico  'a la americana’ y desde allí partieron hacia Friedichshafen donde llegarían 67 horas después y tras haber recorrido otros 8.400 kilómetros. Habían cubierto 33.531 kilómetros en veinte días.


Aunque el Graf Zeppelin no pasó en esta ocasión por encima de las Canarias -sí lo haría más adelante-, Megías aprovecha que el dirigible se ha desviado bastante al sur de las islas Azores, entre las de Madera y las Canarias, para tener un entrañable recuerdo para su tierra. Nos cuenta: "Estamos en comunicación radiotelegráfica con la estación de Canarias; mi contento alcanza proporciones infinitas; quiero reconocer hasta el aire que respiro; es el mismo que me envolvió cuando vine a la vida y que me llenó los pulmones en los felices días corridos desde la niñez hasta la juventud. En las Islas están vinculados mis afectos entrañables. He dirigido dos radiogramas, uno, al alcalde de Las Palmas, saludando en él a mi querida ciudad natal; otro a mis hermanos, enviándoles abrazos, rebosantes de alegría, al encontrarme cerca de ellos, en el triunfal regreso de la vuelta al mundo, y encareciéndoles un piadoso encargo: que depositen en mi nombre un puñado de flores sobre las humildes piedras que, entre los muros y cipreses del modesto cementerio de Arucas, cubren las reliquias de mi santa madre.."

Jerónimo Megías falleció de forma prematura en noviembre de 1932. Su gran amigo Luis Doreste Silva escribió en el Diario de Las Palmas del día 9 de ese mes,  un emocionado recuerdo en el que lo retrata así: "Apasionado por todo lo bello, amante y protector de todas las grandes audacias científicas modernas, hizo famoso Jerónimo Megías su desprendimiento y su arrojo personal en las más diversas empresas del espíritu humano. Viajero incansable, vibrante de una siempre viva curiosidad, fue un ferviente enamorado del aire"

Sirvan estas líneas como recuerdo a su persona en estas islas nuestras.

NOTA: Quiero manifestar mi agradecimiento por el aporte de datos y material gráfico al sr. Pablo. P. Jesús Vélez-Quesada, Cronista Oficial de Arucas y al profesor Agustín Miranda Armas.







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