domingo, 19 de octubre de 2014

El convento de las Clarisas de La Laguna y su Museo de Arte Sacro.

por Margarita Gallardo González (*)



El establecimiento de la orden de Santa Clara en las Islas Canarias obedece a la demanda de una determinada sociedad que, desde comienzos del siglo XVI, está solicitando la fundación de un monasterio capaz de cubrir las necesidades espirituales de la población femenina. En 1547 llegarían a la Isla de Tenerife diez religiosas clarisas, procedentes de los monasterios andaluces Regina Coeli de Sanlúcar de Barrameda y San Antonio de Baeza. Esta primera aportación permitirá a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna disponer de un cenobio para dar cabida a la gran afluencia de vocaciones que se genera. El resurgimiento de una nueva piedad, el fervor religioso, la política tridentina que apuntaba hacia una clausura sin fisuras, el incremento demográfico y los propios intereses de personas de elevada posición social o relacionadas con estamentos privilegiados serán, los factores espirituales, sociales y económicos que en mayor medida influirían a la rápida expansión de las clarisas franciscanas en el archipiélago canario.                    
                         
Desde la primitiva fundación en San Miguel de las Victorias hasta el traslado de la comunidad al actual monasterio transcurrieron más de 30 años. Desde ese momento el crecimiento de la orden no va a detenerse a pesar de  las adversidades sufridas; sucesos como el incendio de 1697 o las turbulencias sociales, políticas y económicas del siglo XIX. Tras el incendio de 1679. Las religiosas clarisas vivirían durante algún tiempo acogidas en el Monasterio de Santa Catalina. Coadyuvaron a la reconstrucción de las zonas destruidas las familias de las religiosas, la utilización temporal de sus dotes y la generosa aportación de ricos donantes locales.
                    
La vitalidad de las clarisas laguneras queda recogida en la documentación de su archivo y nos ofrece la oportunidad de conocer las distintas ampliaciones de la fábrica, ampliaciones que obviamente responden a la necesidad material de un mayor espacio físico. Inventariar el contenido patrimonial del convento supone un primer paso que permitirá en un futuro profundizar y estudiar detenidamente cada pieza inventariada. A través de los años el convento de Santa Clara ha acumulado un rico caudal artístico y documental que ha llegado hasta nosotros gracias al celo de las religiosas que lo han custodiado e incrementado, con aportaciones familiares, propias y/o a través de donaciones particulares

Debemos mencionar que el estudio de estos bienes ha sido fundamental para la reconstrucción, al menos, de forma parcial de casi cinco siglos de historia. Dentro del respeto a la clausura conventual es un privilegio que hoy podamos mostrar su museo con obras y objetos de la vida cotidiana que gracias al delicado cuidado de las religiosas han llegado prácticamente intactas hasta nuestros días. En cuanto a la metodología utilizada  en el museo, si bien hemos dado prioridad a la funcionalidad, agrupamos las obras en las salas atendiendo a temas específicos en lugar de seguir un orden cronológico. Esperamos que el visitante pueda acercarse con más facilidad al carisma franciscano. Con paciencia, consenso de criterios y el trabajo de un reducido número de personas hemos ido valorando, seleccionando y ordenando cada pieza siguiendo un rigor puramente temático, como puede comprobarse en el inventario, para el que utilizamos la misma metodología.

Las pautas estructurales seguidas en las salas del Museo de Santa Clara de Asís y por consiguiente en el inventario de sus obras artísticas son el resultado de una idea preconcebida en la que ha primado  la sencillez franciscana y un orden temático que hemos antepuesto al cronológico  con el fin de facilitar al visitante respuestas a “Qué hacen y como viven 14 religiosas en un edificio de grandes proporciones arquitectónicas en el medio de la ciudad.” Cuestiones que más de una vez se han planteado personas cuando pasan por las calles Nava y Grimón, Ernesto Ascanio. Anchieta o Viana. Si su exterior es casi monumental, en su interior se conserva un rico patrimonio. Ha llegado el momento de dar respuesta a esas reflexiones abriendo unas puertas al convento cuyo interior comparte áreas claramente diferenciadas. Para algunas personas posiblemente será la primera vez que entran en una institución conventual, así al introducirse en el edificio e ir disfrutando de su arquitectura,  de las distintas dependencias y finalmente en la contemplación de sus salas encuentran la respuesta a muchas de sus anteriores cuestiones. Sorprenderán  elementos materiales y espirituales como la paz de los claustros o que este edificio conventual permanezca en pie desde el siglo XVI, habitado por la Comunidad de las religiosas clarisas que lo fundara a pesar de los años transcurridos y las vicisitudes que han sufrido en determinadas épocas. Es verdaderamente heroico su continuidad, firmes y fieles a la de su patrona.
                        
Para mejor clarificación, destacamos y distinguimos por sus diferencias  las tres estancias de mayor interés del edificio conventual:

Hábitat de la Comunidad  (clausura) donde se encuentran los elementos propios de una familia numerosa, un pequeño oratorio familiar, el obrador que atiende a necesidades litúrgicas propias y externas, sala de labor, cripta, claustros, secretaría, una formidable biblioteca y el “alma mater” del convento para todo historiador, su archivo.

Iglesia abierta al culto. 

Museo de Santa Clara de Asís.

SALA I “Regina Coeli”. Destaca el tema mariano en pintura y escultura (evidentemente el inventario se ha realizado con el mismo criterio). Contempla las piezas de orfebrería y textiles afines.

SALA II  “SALA SERÁFICA”. Destaca toda relación con los fundadores de la orden San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís, así como con santos de la orden en pintura, escultura y el resto de elementos. Digna de mención aparte es una Piedad atribuida a Cristóbal Hernández de Quintana en el interior del oratorio y, por su originalidad, los retratos de dos jóvenes antes de tomar el hábito franciscano o los retratos postmortem de algunas “Venerables” en los que en breve profundizaremos, esculturas con sus atributos, orfebrería , textiles y otros materiales, además de las reliquias. Entre los “Bienes Muebles” de esta sala destacamos;  el báculo de la abadesa (su valor es sobre todo testimonial), un arcón de tres llaves donde se guardaban los documentos y objetos de valor. El hermoso baúl de procedencia mejicana, en su interior se recrea parte del ajuar de una religiosa. Incluimos también en esta sala el oratorio de la antigua enfermería del convento,  ricamente decorado.

Documentos que dan autenticidad a las reliquias expuestas,  6 muestras bibliográficas de los siglos XVII y XVIII y la biografía de Sor Catalina de San Mateo, religiosa del Monasterio de San Bernardino en Las Palmas de Gran Canaria.


SALA III “SALA DE LA REDENCIÓN” siguiendo el mismo orden; pintura, escultura y sus atributos de orfebrería textiles además de otros materiales. Liturgia con 4 atriles y una cruz relicario. Entre los Bienes Muebles de esta sala es digna de mención la Capilla de Nuestra Señora de la Piedad rematada con una calcografía de la Dolorosa.

SALA IV. “Quién como Dios”; pintura, escultura y atributos, orfebrería textiles y otros materiales. Contiene esta sala cuatro capillas, dos doseles y un baldaquino entre sus Bienes Muebles. El único elemento correspondiente a la LITURGIA es un ostensorio de madera policromada.

SALA V “Corpus CHRISTI” dedicada totalmente a la LITURGIA  a excepción de un sagrario de madera  policromada y un Guión los objetos expuestos pertenecen al capítulo de la LITURGIA.

En el “CLAUSTRO ALTO” el visitante encontrará Baúles de Ajuar, un Tenebrario y algunos elementos musicales singulares como la conocida “tambora”.

“De Profundis”. En la PLANTA BAJA se expone un Altar y Manifestador, las incorporaciones posteriores, varios “testigos” de la antigua escalera procesional y textiles antiguos.

Concluimos la visita al museo y su inventario en el CLAUSTRO BAJO donde se conservan las viejas campanas del siglo XVII, en bronce y las insustituibles maquetas que dan una visión global del convento; antes y después de la última restauración con el acondicionamiento del inmueble que ha permitido armonizar la vida contemplativa y la apertura al exterior de este museo.  

El museo se encuentra en la calle Viana, nº 38 en La Laguna (Tenerife) 

(*)  
La autora de este artículo es Licenciada en Geografía e Historia y responsable, desde hace muchos años, del Archivo del Monasterio de Santa Clara de Asís de La Laguna. Se ha encargado, pues, de la tarea de catalogar los importantes fondos documentales que custodia la institución desde su fundación. Para este blog es un auténtico honor contar con ella en estas páginas.
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6 comentarios:

  1. Indudablemente se trata de una de las más desconocidas joyas que atesora el patrimonio cultural de La Laguna. En este museo de Arte Sacro se puede disfrutar de la contemplación de esculturas, pinturas, libros, objetos litúrgicos ubicados en unos espacios muy bien organizados. No dejen de visitarlo.

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  2. si lo hubieseis conocido antes de la reforma, olía a historia

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  3. Para mi es el mejor museo de la Ciudad de La Laguna y seguramente el mejor museo de arte sacro de Canarias, algo que nadie debe perderse

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    1. No sé si el mejor de Canarias -el de la Catedral de Las Palmas es excepcional- pero el de las Claras es un magnífico museo de arte sacro.

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  4. Menos mal que hasta aquí no llegó la mano destructura de Mendizabal, un cínico ministro de Hacienda en tiempos de Isabel II, siendo conocido por su desamortización de bienes de la Iglesia, para subastarlo y con ese dinero pagar las deudas del Estado. Pues que mayor desgracia para el pueblo español, pues expulsaron a muchos frailes de muchísimos monasterios precioso -verdadera joyas de arte- para que luego cayera en el pillaje, profanación y abandono. En definitiva un sr. que mejor no hubiera nacido.

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  5. Magnífico bolg!! Felicito al autor, que aunque está jubilado, no deja de aportar cultura enriquecedora, y que a mí, por lo menos, me ha hecho vivir historias que ocurrieron en antaño. Gracias
    Bibiana R.C

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