sábado, 21 de julio de 2012

Sobre el volcán

El pasado martes 13, un ligero temblor de tierra de 3,4 en la escala de Richter, sacudió levemente la isla y vino a recordarnos un elemento fundamental de nuestra existencia como isleños que habitualmente tenemos olvidado: vivimos sobre un volcán.


Las islas creadas por sucesivas erupciones a lo largo de más de 40 millones de años, siguen estando activas. Prueba de ello son las manifestaciones eruptivas de las que tenemos constancia desde la conquista y a las que llamamos erupciones históricas. La última muchos la recordamos todavía, pues fue hace sólo 37 años cuando surgió el Teneguía, cerca de Fuencaliente en la isla de La Palma. Pero desde que tenemos constancia escrita ha habido muchas más, desde la de Tacande (La Palma) en 1430 hasta la del Teneguía en 1971, contamos hasta catorce.  De ellas, sólo en Tenerife conocemos las erupciones de los años 1704-1705  en Siete Fuentes, Fasnia y Montaña de Las Arenas, la erupción de Garachico en 1706, la de Chahorra  de 1798, la única que se ha producido en fecha histórica dentro de los actuales límites del parque nacional del Teide y, por último, la erupción de Chinyero en 1909 .

Si exceptuamos la erupción de Timanfaya en Lanzarote entre los años 1730 y 1736, que cubrió con lava la cuarta parte de la isla, destruyendo campos de cultivo y provocando que la población tuviera que emigrar, los volcanes canarios suelen ser de tipo fisural, efusivo y, por lo tanto, no muy peligrosos para las personas ni muy destructivos. ¿Cuál es entonces el peligro? Éste no radica en el volcán sino en el lugar donde éste aparezca y la zona que afecte.

Nuestras islas están excesivamente pobladas y en Tenerife la densidad de población es muy elevada. Si una erupción volcánica sucediera en despoblado, probablemente no ocurriría nada pero si afectara a las zonas habitadas los efectos podrían llegar a ser muy preocupantes. Repasemos la Historia para ver un ejemplo de ambas posibilidades.

El volcán Chinyero es la primera erupción canaria con documentación fotográfica y con estudios de carácter científico. El día 19 de noviembre de 1909, en la Dorsal de Abeque, después de una serie de terremotos anunciadores en fechas previas, se inició la erupción volcánica. En el nº 1 de la revista Chinyero del colectivo Arguayo (1986) se recoge el testimonio de dos testigos de excepción: José Hernández Lorenzo (agricultor de S. José de Los Llanos, El Tanque) y su hijo Miguel Hernández Grillo que se hallaban a un centenar de metros del lugar de la erupción:

"Eran las dos y media de la tarde, y yo me hallaba labrando unos trillos, y sentí temblar la tierra bajo mis pies. Dio una vez un hurrido que yo miré el cielo creyendo que pasaba algún gran bando de palomas...Entonces vinieron unos pastores de Las Manchas y todos dijeron "vamos a marcharnos que de esto tiene que dimanar algo malo". En ese momento reventó el volcán.
Donde había un hoyito de volcán, en el mismo morro de la Montaña del Chinyero, fue donde reventó. Dio un gran berrido y los escobones saltaron al aire, subiendo a una altura como tres pinos grandes, dando vueltas, revueltos con el humo y la tierra, negra y colorada, y también salían piedras grandes, pero no se veía fuego, y todo al llegar arriba se distendía, y empezaron a caernos unas arenillas calientes que no se aguantaban en la mano.
Ya no vimos más porque todos echamos a correr...".

Según Marcos Brito en su obra La erupción del Chinyero a través de la prensa (2003), la primera lava se dirigió hacia el Tanque e Icod pero al irse solidificando sirvió de muro y se fue desviando hacia el Llano de los Asnos. A las 6 de la tarde del día 19 un río de lava se dirigió hacia Santiago del Teide. Se dividió con un brazo hacia Las Manchas y otro hacia el Valle de Arriba, siendo a partir de ese momento su marcha más lenta porque comenzó a rellenar la depresión que está al levante de la montaña de Bilma, ganando en anchura.  Durante la noche la erupción era visible desde la Gomera y se vislumbraba el resplandor desde la Punta del Hidalgo en el otro extremo de la isla y en Gran Canaria.

Los aproximadamente mil vecinos de vivían en la zona decidieron abandonar sus hogares y trasladarse a la playa donde se negaron a embarcarse en vista de la lejanía del peligro. Después de 10 días cesó la erupción no llegando a ocasionar las lavas ningún peligro para la población pues sólo discurrieron por despoblado.

Un caso distinto había ocurrido dos siglos antes. Según relatos de la época, el 5 de mayo de 1706, a las tres y media de la mañana, después de un gran temblor de tierra, hizo explosión el volcán de Arenas Negras o Trebeque situado, asimismo, en la Dorsal de Abeque a unos 1350 m. de altitud. Un torrente de materias inflamadas salió en dirección al norte descargando primero en El Tanque donde incendió la iglesia y varias casas. Hacia las 9 de la noche otra corriente que llegó hasta la costa cayó sobre la Villa de Garachico por siete sitios diferentes. La lava hizo retirar el mar de la costa y cegó el puerto hasta entonces el más importante de la isla. Dulce María Loynaz hace una hermosa descripción literaria de estos acontecimientos en el capítulo El galeón enterrado del libro Un verano en Tenerife. 


El 13 del mismo mes, un torrente de lava más potente que los anteriores se precipitó desde San Juan del Reparo arrasando huertas, escombró los manantiales y enterró casas y molinos. El incendio siguió arrasando gran parte de la villa por lo que toda la población tuvo que buscar refugio en otros pueblos. Es la erupción que provocó mayores daños y pérdidas económicas en Tenerife. Garachico constituía en ese momento el puerto comercial más importante de Canarias, esencial en la ruta entre Europa y América, pero perdió toda su importancia a partir de ese momento pues su bahía quedó cegada. Dice Viera y Clavijo que “Desaparecieron las viñas, las aguas, los pájaros, el puerto, el comercio y el vecindario”.

Sobre el brazo de lava que cegó el puerto se edificaron posteriormente casas, pero aún hoy en día podemos contemplar, a un nivel más bajo que la plaza aledaña, los restos de la Puerta de Tierra que señalaba el límite de la costa en ese lugar.

Todos sabemos que los constantes movimientos sísmicos de las islas son el aviso permanente de que la actividad volcánica continúa. Debemos pues adquirir conciencia de que en cualquier momento, y en cualquier lugar, puede volver a surgir el volcán. 

En una isla como Tenerife con más de 800.000 habitantes, sin contar los turistas, ¿estamos preparados para afrontarlo?, ¿tiene el gobierno canario planes de autoprotección?, ¿se hace la suficiente difusión de éstos?

Publicado en loquepasaentenerife.com el 20 de mayo de 2008

ACTUALIZACIÓN

Cuando escribí estas líneas todavía no había comenzado el episodio volcánico que a partir del 19 de julio de 2011, sacudió a la isla de El Hierro y que todavía hoy parece que no ha terminado. Casualmente me encontraba pasando unos días de descanso en aquella isla cuando comenzaron los movimientos sísmicos que dieron lugar, tiempo más tarde, a la aparición de un volcán submarino..

Las preguntas que me hago al final del artículo han tenido, pues, en parte respuesta. Ya sabemos que hay medios para actuar en una isla pequeña, pero recuerden las dificultades que hubo para evacuar un pequeño pueblo como La Restinga, por lo que sigo pensando que en caso de una erupción volcánica que implicara una evacuación mayor de zonas densamente pobladas, sería muy dificultosa.

Recordemos que la última erupción de la isla fue hace poco más de cien años; es decir, un parpadeo a escala geológica ¿No deberíamos prepararnos más por si repite un hecho similar en nuestra isla?

2 comentarios:

  1. ¡Buenas noches caballero! gracias por hacerme partícipe de este blog. Sobre el tema anterior no te comento nada porque no tengo conocimiento al respecto, pero sobre el que nos ocupa algo sé y me interesa mucho. Me parece preciosa la publicación pero sobre todo el testimonio que recoges de la revista "El Chinyero". Bajo mi punto de vista y el conocimiento que tengo de esta materia, creo que no estamos nada preparados, puesto que la información que tenemos los canarios sobre este tema es nula. Muchos no saben que vivimos en edificios volcánicos altamente erosionados, cosa que ha sucedido con el paso del tiempo y los agentes erosivos del mismo. A día de hoy, una erupción volcánica que no suceda en tierra,(ya que sería todo un privilegio observar), puesto que si algo así sucediese no sólo afectaría a nivel poblacional sino que probablemente acabaría con la gran parte de nuestra geomorfología, "y es que alguien se ha preguntado qué pasaría con nuestro Teide si una erupción aconteciese en él?". No tenemos el conocimiento suficiente y lo más triste de todo es que no disponemos de un colectivo preparado que nos informe y nos enseñe.
    Ana Naval.

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    1. Gracias Ana por tu comentario. El problema es que vivimos de espaldas a una realidad que es que, en cualquier momento, la tierra nos puede dar un susto y más en Tenerife donde todo el edificio de la isla es un inmenso volcán. En mi opinión se debería preparar desde las primeras etapas escolares a los ciudadanos para que supiéramos como actuar en caso de erupción.
      Yo me echo a temblar si me paro a pensar en el supuesto de que hubiera que evacuar a la población del área metropolitana, o del Valle de La Orotava, o de Los Cristianos-Las Américas.
      En fin, un beso fuerte, alumna.

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