por Melchor Padilla
Frente a la oficina de Correos de Icod, en la calle de San Sebastián, empieza una calle, no muy larga y en cuesta, que conduce hasta el convento de San Francisco, en la actualidad Biblioteca y Centro Cultural del municipio. Esa calle se llama "Los Franceses" y detrás de ese nombre se esconde una página poco conocida de la historia de nuestras islas.
Este relato comienza lejos de aquí, en la bahía de Cádiz, hace 200 años. Cuando se produjeron los acontecimientos de Madrid de los días 2 y 3 de mayo de 1808, que suponen el principio de la que conocemos como Guerra de Independencia, en la bahía de la ciudad andaluza se encontraba anclada una flota francesa al mando del almirante Rosilly compuesta por los navíos “Héro” -en el que enarbolaba su insignia el almirante- “Algeciras”, “Argonaute”, “Neptune” y “Plutón”, junto a la fragata “Cornelié” y el bergantín “Venceteur”. Al llegar la noticia a Cádiz de lo acontecido en Madrid, el pueblo gaditano se echó a la calle exigiendo el bombardeo de la flota francesa por parte de las baterías de costa. El entonces Capitán General Solano, que, según los gaditanos, mostraba cierta tibieza con los franceses, fue asesinado por la multitud enfurecida. Su sucesor, el Gobernador de la plaza, Morla, exigió a los franceses que se rindieran. Tras negarse éstos después de largas negociaciones, la artillería española comenzó a disparar, no teniendo más remedio el almirante francés que rendir la flota el 14 de junio.
Después de la rendición, a la Junta de Cádiz se le crea el problema de qué hacer con los miles de prisioneros capturados. Para tratar de resolver el problema se ponen en contacto con las autoridades del archipiélago y desde aquí se les responde que, dadas las condiciones de penuria económica de las islas, podrían hacerse cargo de 1200 franceses. No obstante, el 11 de mayo de 1809 llega a Santa Cruz un convoy naval con 1484 prisioneros. Se creaba pues el problema de alimentarlos, vestirlos y vigilarlos, problema que a la larga se resolvería, mal que bien, con recursos del archipiélago, pues nada se hizo desde la metrópoli para ayudar en este sentido.
A fin de poder controlarlos a todos, inicialmente son confinados en Candelaria. Se elige esta villa porque hay un castillo que domina las casas, por el fácil control de entradas y salidas debido a su orografía, porque hay edificios que permiten el alojamiento de todos los prisioneros y porque se consideraba un pueblo bien ventilado, cuestión esta que se consideraba importante para evitar epidemias. Serán alojados en el convento dominico anexo a la basílica de la Virgen y se redacta un reglamento en francés para su custodia y vigilancia.
Pero pronto la cuestión de su alimentación se convirtió en un problema insoluble debido a la guerra, por lo que se decidió enviar a 496 de ellos a Gran Canaria y repartir el resto por los pueblos de la isla. Así La Laguna, Santa Cruz y La Orotava recibieron 200 presos cada una; Los Realejos y Güimar, 60; Icod y Garachico, 80 y Candelaria, 40. En La Laguna fueron alojados en la Casa de la Alhóndiga, en La Orotava en el Colegio de los Jesuitas y en Icod en una casa de la calle a la que aludíamos al principio de esta historia y que recibió su nombre de aquellos franceses. No obstante, el problema de su manutención subsistió, pues el 29 de junio de 1810, llegaron a las islas 800 prisioneros más, de los que 200 fueron enviados a La Palma, por lo que se decidió autorizar a los vecinos que necesitasen obreros para la agricultura o industria a contratarlos a cambio de alojamiento, comida y un salario mínimo de 1 tostón. Además, el empleador se comprometía a no maltratarlos.
De ese modo, empezaron a disfrutar de cierta libertad, e incluso ahorrar algo para desarrollar pequeñas industrias de la madera, latón y, sobre todo, esteras, escobas y abanadores. No obstante, no todos los presos tuvieron la misma suerte y en muchos casos tuvieron que mendigar para sobrevivir. Cumpliendo con la obligación de todo prisionero hubo, asimismo, sonados intentos de fuga de las islas, mediante la captura de embarcaciones inglesas, algunos de los cuales tuvieron éxito.
Después de vicisitudes entre las que se encuentran plagas de langosta, periodos de hambruna en las islas y epidemias -en las que muchos de ellos tuvieron un comportamiento heroico-, en 1814, vencido Napoleón e reinstaurados los Borbones en Francia, se procede a su repatriación, momento en el que un número considerable de prisioneros en todas las islas, unos 500, deciden no volver a su tierra natal y permanecer aquí, pues ya habían empezado una nueva vida casándose con jóvenes canarias.
Todavía podemos encontrar en la sociedad de nuestras islas los apellidos de aquellos prisioneros franceses: Barlet, Beautell, Croissier, Dionis, Duchemin, Fernaud, Garnier, Maffiotte,
Maturier, Pomerol (trasmutado en Pombrol en La Palma), Reverón, Schwartz y tantos otros. Los nombres más conocidos entre los descendientes de los prisioneros son, entre otros, Imeldo Serís-Granier, Senador por la provincia de Canarias en el siglo XIX, la soprano María Oran y el que fuera último Alcalde republicano de Santa Cruz de Tenerife, José Carlos Schwartz, asesinado por los franquistas en los primeros momentos del golpe militar de 1936. Nos queda hablar de una figura entrañable,
Michel Maffiotte, piloto del Neptuno, cuyas aventuras en la batalla de Trafalgar, a bordo del Indomptable, relata S.Berthelot en sus Misceláneas canarias. Será el fundador y primer director de la Escuela de Náutica de Santa Cruz.
Algunos de los descendientes de aquellos prisioneros mantienen aún vivo el recuerdo de aquello jóvenes franceses que, por culpa de la guerra, acabaron siendo canarios.
Publicado en loquepasaentenerife.com el 29 de abril de 2008.
ACTUALIZACIÓN
E
scribí este artículo hace ya más de cuatro años coincidiendo con el bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia pues quería contar a mis lectores algún aspecto relacionado con el papel de Canarias en aquella guerra que fuera poco conocido por los habitantes de nuestras islas. Terminaba el texto diciendo que todavía en algunas familias canarias se guardaba memoria de los soldados franceses que habían permanecido entre nosotros y habían fundado aquí su porvenir.
Nunca pensé que esto fuera cierto hasta el extremo de que algunos descendientes de los franceses me hicieron comentarios al artículo. Me ha parecido oportuno copiarles algunos aunque, como verán, no todos están de acuerdo con lo que digo.
Por Carlos Beautell (no verificado) hace 2 años
Gracias por esta información, yo soy uno de esos descendientes de franceses
llegados a las Islas, si bien tenia bastante información al respecto, este
articulo me aporta nuevos datos que me pueden ayudar a encontrar el lugar donde
Luis Botet asi reza en su partida de bautizo, ahora (Beautell) padre de mi
tatarabuelo Manuel Botet (Beautell), contrajo matrimonio y donde y cuando
fallecio.
El llego a la Isla el 20 de Agosto 1810 en el navio San Lorenzo con 800
prisioneros y fue conducido con 60 prisioneros a la Alhondiga La Laguna.
Gracias por este articulo
Carlos
Por Visitante (no verificado) hace 1 año
Este artículo es muy interesante.Ayer mirando una heráldica del apellido de
mi familia, Duchemín, descubrí que un antepasado mio fue un prisionero de
guerra francés.Saludos a tod@s desde Lanzarote.
Por Visitante (no verificado) hace 32 semanas
¡agüita!
Hola buenas noches,curiosamente he caído en tu blog observando por Google.
Antes que nada he de decir que admiro que haya gente que busca en el pasado y
en esas pequeñas historias que han acontecido en nuestras islas,soy canario y
mi familia es francesa,es mas mi apellido esta en tu blog,es Croissier,he de
indicarte bajo mi humilde opinión,por lo menos es lo que me han contado desde
pequeño.
Todo lo que usted dice acerca de mi apellido es totalmente incierto por no
decir mentira,los croissier venimos de la provincia de langedoc y fuimos hasta
1789 fieles servidores de su majestad luis XVI es mas,hechos documentados como
el significado de mi apellido o documentos acreditativos aseguro que mis antepasados
tuvieron que escapar de Francia pues se vieron inmersos en la situación de ser
nobles y fieles a los monarcas justo en la revolución,salvo dos miembros
jovenes,una parte fue guillotinada y la otra parte de mi familia juro lealtad a
la república cambiándose el apellido y convirtiéndose en croisier(con una s
solamente) los pocos que escaparon fueron rumbo a Ámerica pero una tormenta les
desvío hasta llegar a las Palmas de Gran Canaria donde se quedaron,con lo cual
es imposible que le jurasen lealtad a napoleón o que luchasen en sus filas,con
lo cual totalmente improbable que fueran presos políticos.
Le recomiendo que la próxima vez se documente mejor señor Melchor ya que para
mi,mi apellido es un orgullo y un privilegio,no me gusta leer algo que no fue cierto
de mi familia y que ademas la desprestigia,si desea información adicional no
dudare en dársela.
Saludos
Víctor Croissier (uno de los últimos Croissier)
Por Pomerol (no verificado) hace 1 semana
Buenas tardes D. Melchor: Como algún corresponsal ha dicho con anterioridad
yo también he encontrado este artículo curioseando en Google.
Soy descendiente de uno de esos prisioneros que llegaron a La Palma, alojados
en Argual, concretamente del nº 10 de la lista de los 200 enviados a la isla,
Pedro Dionisio Pomerol Duvison, sargento 2º de dragones.
Estoy de acuerdo con casi todo lo que cuenta, pero en la documentación que
tengo, oficios cursados entre los mandos de Marina y la Junta de Gobierno, se
dice que los marinos fueron cambiados por personal de tierra, ya que al no
haber fuerzas suficientes para dar seguridad al convoy ( en el que participaron
navíos ingleses cedidos por el almirante Purvis), y los franceses podían
hacerse con su control, se decidió que fuesen del Ejército de Tierra los
transportados, que no tenían conocimiento del mar.
Tengo algo de documentación sobre este tema.
Mi antepasado se casó en 1816 en la Iglesia matriz del Salvador de Santa Cruz
de La Palma.
Si todavía sigue en pie este tema y puedo ayudar no dude en decírmelo.
Un saludo Antonio