lunes, 17 de diciembre de 2012

Iglesia de San Agustín: 48 años en ruinas

por Melchor Padilla


Hace más de tres años, el 29 de mayo de 2009, escribí este artículo en el digital Loquepasaentenerife.com. Lo repito ahora alterando únicamente las fechas para que coincidan con el año en curso. Explico esto porque se da la coincidencia de que, precisamente hoy, el periódico El Día publica un artículo de similares características, pero como ayer anuncié su publicación, aquí está.


Hace ahora cuarenta y más de cuarenta y ocho años, el dos de junio de 1964 a primera hora de la tarde, una sesteante ciudad de La Laguna se despertaba con el acre olor de la tea quemada. Estaba ardiendo la iglesia de San Agustín, en pleno centro urbano. Todavía tengo ese día en mi memoria como si fuera hoy. Estábamos en clase en el Colegio de La Salle de la calle Carrera y el olor a quemado comenzó a extenderse por la ciudad. Al salir de clase nos fuimos a ver el incendio desde la esquina de la farmacia de Renedo. Una enorme columna de humo se elevaba sobre La Laguna y por momentos se temió, dada la magnitud del incendio y los escasos medios con los que se contaba en la época, que el fuego se propagara al resto de la población.

Las causas del incendio nunca se descubrieron, pero lo que es cierto es que en un par de horas desapareció para siempre uno de los conjuntos patrimoniales más importantes de la ciudad. Se perdió, además, una gran cantidad de obras de arte que albergaba en su interior. El periodista Domingo Bacallado ha reflejado muy bien todos los acontecimientos relacionados con el incendio en un artículo publicado en el periódico El Día con motivo del cuarenta aniversario del desastre.

La iglesia de San Agustín formaba parte del Convento de San Agustín. Fundado en el siglo XVI, recibió importantes reformas durante los siglos XVII y XVIII, siendo la obra cuyos restos contemplamos ahora de 1784. El Claustro y algunas dependencias anejas del antiguo convento desempeñan, desde el siglo XIX, tareas docentes. Por el viejo Instituto de Canarias pasaron los más ilustres hombres de letras y políticos locales del siglo XIX y del XX. A resultas del incendio quedaron solamente las paredes del edificio, los arcos y columnas calcinadas, pero desaparecieron importantes imágenes y objetos sacros.


Tras el desastre se desató una corriente de solidaridad en el pueblo tinerfeño que generó una gran cantidad de fondos para que fuera reconstruida la iglesia, que era muy querida para los laguneros. Pero el entonces obispo Franco Gascón decidió emplear esos fondos en otra obra que para él era en aquel momento más importante: la construcción del edificio del Seminario Diocesano de La Verdellada.

La iglesia no se reconstruyó jamás. En 1985, el obispo Franco concedió la iglesia y la residencia aneja a la orden de los Betlemitas, que cometieron otro desaguisado más al ocuparla. Ese mismo año, se introdujo una pala mecánica en el interior de las ruinas para proceder a la limpieza de los escombros, de forma incontrolada y sin ninguna intervención arqueológica que pudiera detectar restos no calcinados. Con esta acción se destruyeron para siempre los suelos y, lo que es más importante, las lápidas sepulcrales de la personas allí enterradas entre las que se encontraba la del historiador Núñez de la Peña.

San Agustín continuó en estado de abandono hasta que en marzo de 2005 el Ayuntamiento de La Laguna dictó una resolución por la que se anunciaba un Concurso Internacional de Ideas, que tenía por objeto "la presentación de propuestas que alberguen en la antigua Iglesia de San Agustín y en el conjunto que forma con el antiguo convento y el edificio de los Bethlemitas un uso compatible con la oferta cultural y educativa de alta docencia que se pretende asentar en el complejo, unificando funcionalmente los distintos edificios".

Con el fin de evaluar las ideas que se presentaron, se constituyó un jurado que designó como ganadora la que presentó el equipo FAM de Madrid, que propuso un hermoso proyecto tomando como actitud inicial tocar lo menos posible lo existente, edificar con lo mínimo. En su propuesta se trataba de crear un espacio que actuara como generador de actividad, una mediateca que permitiera resolver la falta de lugares de búsqueda cultural, investigación, manejo de medios audiovisuales y que supliera la necesidad que existe entre los habitantes de La Laguna y el área metropolitana de un lugar para la cultura en donde, aparte de actividades orientadas por la dirección del centro, se satisficiera el deseo de ver, escuchar, leer, y hablar. En definitiva, un lugar para el desarrollo cultural de todos y cada uno de los ciudadanos.

Así, se diseñó un espacio en la antigua iglesia con el aspecto de una plaza. Se conservarían los muros, las columnas y los arcos y se cubriría todo con lamas de madera que darían al sitio una luz de atardecer. En el edificio de la iglesia y el anexo ocupado por los Betlehemitas (que si se lleva a cabo algún día el proyecto posiblemente será demolido), se preveían espacios para hemeroteca, fonoteca, salas de audiovisuales, salas de trabajo y zonas de descanso, dispersión y expansión.

También se establecía en el proyecto ganador la existencia de una escuela de arte, ubicada al oeste del instituto Cabrera Pinto, y una cafetería-tienda donde está actualmente la actual sala de exposiciones del instituto. El espacio de conferencias y de actuaciones escénicas, con una capacidad de más de trescientas localidades, se situaría en el actualmente denominado patio de Bachillerato.

Han pasado siete años desde que se aprobó la propuesta del equipo FAM y hasta ahora no se ha movido ni una piedra. Entre las causas de este retraso podría estar el tiempo que ha llevado la elaboración del proyecto definitivo. Al coincidir su finalización con la actual crisis económica, el ayuntamiento no se encuentra en condiciones económicas de ejecutar la obra.

Mientras, la iglesia sigue en el centro de la ciudad como testigo de la inoperancia de las sucesivas corporaciones municipales. ¿Veremos terminada esta obra cuando se cumplan en 2014 los cincuenta años del incendio?

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