lunes, 29 de octubre de 2012

La chercha del Puerto de la Cruz


Los canarios utilizamos en nuestro lenguaje cotidiano una gran cantidad de palabras procedentes de otros idiomas distintos del español. Nuestra tierra ha sido, desde siempre, un cruce de caminos. Aquí han dejado su huella lingüística gentes de muchas naciones. Dentro de estas aportaciones hay que señalar la presencia de palabras o expresiones inglesas que se han incorporado a nuestro acervo lingüístico. Muestras, entre otras, como naife (knife) para designar el cuchillo canario; choni (Johnny) para definir al extranjero en general; canbuyón (come buy on) para hablar de la compra y reventa de mercancía procedente de los barcos extranjeros que atracaban en nuestros puertos. Todas ellas se han hecho parte de nuestro léxico habitual.

Entre estas palabras se encuentra chercha. Proviene del inglés churchyard y se usa en las Islas Canarias para designar a los cementerios no católicos de las islas, en los que recibían sepultura los difuntos de confesiones distintas a la católica y también aquellos que la iglesia no consideraba aptos para ser enterrados en sagrado, como ateos declarados, masones o suicidas.

Quizá la más conocida de estas cherchas sea la del Puerto de la Cruz, municipio del norte de Tenerife. Está situada en la zona de El Peñón y rodeada en la actualidad por hoteles y otros edificios. El Ayuntamiento del Puerto de la Cruz conserva en nuestros días la propiedad de los terrenos que ocupa el cementerio, pero su mantenimiento sigue hoy a cargo de la Iglesia Anglicana de Puerto de la Cruz (antes Puerto Orotava) de All Saints, en el Parque Taoro.

La chercha se fundó a comienzos del XVIII, cuando la Corona española, al firmar el Tratado de Utrecht (1713), autorizó a los extranjeros de confesión no católica a tener sus servicios religiosos y sus propios cementerios. Según algunos autores, es el cementerio no católico más antiguo de España y fue instaurado por súbditos holandeses, los más numerosos por entonces en la isla. En la puerta de entrada figura la fecha de 1757.

En ella están enterrados, además de ciudadanos de origen británico, otros alemanes, daneses o noruegos. En una de las tumbas hay grabada una estrella de David, que nos habla de un fallecido de religión judía. Algunos de sus lugares de nacimiento nos indican la enorme importancia del Imperio Británico y vemos, por ejemplo, dedicatorias a ingleses nacidos en Bombay y otras en las que se especifica la profesión militar de los difuntos. Entre los nombres más conocidos aparecen algunos como los de Alfred Diston, pintor y naturalista; Peter S. Reid, vicecónsul británico; el coronel Owen Peel Wethered, patrocinador de la Biblioteca Inglesa; o James Kyd Duncam Ingram, conocido como el doctor Ingram.


En las tumbas no se ven apenas nombres en español, pero hay una, casi hundida, que llama la atención. Se trata del sepulcro de José Martínez y Esquivel, licenciado en Medicina y Cirugía que falleció en 1878 a la temprana edad de 29 años y al que, debido a su conocida filiación masónica, la Iglesia Católica no permitió su entierro en sagrado.

Según cuenta el cronista y alcalde portuense José Agustín Álvarez Rixo, "sus consocios lo enterraron en el protestante denominado la Chercha, recitándole las oraciones fúnebres del rito que usan los protestantes", acudiendo al entierro una gran cantidad de gente del lugar.

En la actualidad el cementerio anglicano muestra un aspecto algo descuidado y decadente. Ya no se celebran entierros en él, en parte por la disminución de la colonia inglesa en la isla, en parte por las facilidades que existen hoy en día para el traslado de cadáveres o simplemente por la desaparición de los criterios de discriminación religiosa que antes existían. En cualquier caso, este espacio debería ser rehabilitado urgentemente como parte de un pasado que, como canarios, también nos pertenece.




No hay comentarios:

Publicar un comentario